lunes, 28 de agosto de 2017

Amigos ¿de verano?

Una vez escuché que los buenos amigos son los que haces en el invierno, porque los que conoces en verano duran contigo apenas unos meses. Imagino que quien dijera eso no volvió nunca resacoso en bus desde Bilbao. Ni recorrió el ancho de España en un ALSA para pasar el carnaval en Ciudad Rodrigo. Ni tampoco durmió la mona unas horas en Barajas a cambio de llevarse una noche de fiesta en la maleta.

Todos esos viajes tienen el mismo punto de partida, Barcelona, y el mismo punto de encuentro, cuatro amigos. Cuatro amigos que un buen día pensaron que no importaban mucho las distancias —claro que ninguno de ellos vive en la esquina del mapa—y que aquello del verano se quedaba pequeño. Dos semanas juntos está muy bien; pero 50 sin vernos, no tanto.

Al volver ayer de Bilbao me dio por pensar en cómo se gestó todo, en el momento en que esa gente extendió su amistad por las cuatro estaciones. Hablar de continuo y saber de nuestras vidas por redes sociales supongo que ayudó. Pero lo cierto es que no encontré un punto de inflexión muy claro: simplemente nos fuimos juntando cada vez más. La foto de los cinco dejó de ser una excepción para pasar a ser algo periódico.

Ahora viene un año diferente, porque la vida nos lleva a dos al extranjero. No sé si la foto podrá repetirse en Birmingham o Tenerife, lo que sí tengo claro es que tenemos que empezar a buscar un disfraz para carnaval. Ciudad Rodrigo nos juntará entonces físicamente; mientras, habrá que conformarse, como leí hace poco en Instagram, con estar lejos pero llevarnos dentro. Al fin y al cabo, independientemente del sitio —si es en Alameda, mejor— esta es mi gente.